No todo lo que parece un trastorno de déficit de atención (TDA/TDAH)
lo es, y sin embargo frecuentemente medicamos a nuestros niños como si lo
fuera. Ojo!
En los Estados Unidos, el número de niños diagnosticados con TDA/TDAH
se ha incrementado en un 42% en los últimos ocho años. De 6.5 millones de niños
diagnosticados con TDA/TDAH, 3.5 millones están medicados – el número de niños
medicados se ha incrementado en un 28% en los 4 últimos años.
El término “Déficit de Atención” comenzó a utilizarse formalmente a
partir de 1987, y a partir de los noventas una compañía farmacéutica en
particular comenzó a realizar campañas de “toma de conciencia” de la condición.
Estas campañas, basado en los resultados, surtieron efecto: en los Estados
Unidos, entre un 11 y un 15% de los niños está diagnosticado con TDA/TDAH y el
uso de estimulantes (medicamentos utilizados para tratar este trastorno) ha
aumentado 20 veces.
Desafortunadamente, el TDA/TDAH está tan popularizado que muchas veces
los profesionales de la salud solo saben acerca de esta condición, y frecuentemente
medican dando por hecho que están frente a esta.
Los trastornos de procesamiento auditivo, por ejemplo, bien pueden
confundirse con el TDA/TDAH. Si a un niño le cuesta decodificar la palabra
hablada, obviamente se mostrará inatento. A estos niños les cuesta atender a
códigos verbales y con frecuencia parecen estar “desconectados”.
Otro trastorno a menudo confundido con TDA/TDAH es el trastorno de
procesamiento sensorial. Esta condición es especialmente pasada por alto debido
a que es difícil de comprender por aquellos que no lo padecemos. Se podría
ilustrar como una exacerbada sensibilidad a cosas como las marquillas de la
ropa, o las costuras de las medias. Cuando esto sucede, estamos prestando
muchísima atención a esta sensación perdiendo de vista otras situaciones
circundantes que pueden ser importantes. Es común que los niños con esta
condición sufran de desasosiego, y posiblemente de hiperactividad.
Los trastornos a nivel del desarrollo visual en los niños
frecuentemente pasan también inadvertidas. Aquellas situaciones en las que el
niño ‘no quiere leer’ o ‘no quiere hacer las trabajos’ de clase, o las tareas,
podría ser el resultado de dificultades en el seguimiento visual, en la
secuencias visuales, etc. Esto solo lo puede diagnosticar un optómetra.
Por último quisiera comentar que otro tanto de la población, si bien
puede tener un compromiso en su atención y nivel de actividad, esto es tan solo
una parte de su situación. Hay mucho niños con trastornos emocionales, de
conducta y otros, que son la verdadera raíz del problema. Con frecuencia llegan
a mi consulta niños con historias de hospitalizaciones durante sus primeros años
de vida, de abusos, de abandono, etc. Estos son hechos que afectan
profundamente el núcleo de cualquier ser humano, y es este realmente el móvil a
considerar y a tratar.
Los medicamentos psiquiátricos (como lo son los estimulantes) nunca
son benignos, de manera que hay que estar muy atentos a su uso y abuso!
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