Cualquier empresa u organización –dentro de sus ventajas competitivas– tiene siempre entre sus cartas de mayor valor la del factor humano. Porque un empleado equilibrado, satisfecho y sano, propicia un clima organizacional positivo lo que, obviamente, redunda en la productividad de cualquier entidad.
Infortunadamente, los conceptos de autocuidado y calidad de vida no están incorporados en forma adecuada en nuestra cultura ni mucho menos, en gran parte de las organizaciones. Según estudios de la Universidad de Harvard, entre el 60 y el 90% de las consultas médicas están relacionadas con el estrés y con otras interacciones mente/cuerpo. Y los fármacos, las cirugías y demás procedimientos –tan afianzados y avalados dentro de nuestra sociedad– no pueden tratar el estrés de manera apropiada. A pesar de que, afortunadamente, existen las herramientas y los recursos antes mencionados –como se dijo anteriormente– no hay conciencia suficiente del autocuidado como el recurso valioso e irremplazable que representa en el manejo de la Salud Total.
Actualmente, nuestro mundo globalizado está creando un estilo de vida tendiente a la generación de una gran cantidad de estrés laboral. El estrés es una palabra que, con frecuencia, está mal empleada. Por lo tanto, primeramente, debemos aclararla: El estrés es la percepción de una amenaza o peligro físico o psicológico y la percepción de que las respuestas del individuo son inadecuadas para afrontar dicha amenaza. El estrés produce una serie de cambios fisiológicos internos, desencadenados por la liberación de ciertas hormonas en el organismo, denominadas catecolaminas. Tales cambios son el aumento del metabolismo, de la frecuencia cardíaca, de la presión arterial, de la tasa respiratoria y del flujo sanguíneo a los músculos. En ese momento, el organismo se está preparando para lo que se denomina la respuesta de “lucha o huida”. En realidad, el estrés es una respuesta “adaptativa” del ser humano; es decir, que el estrés en sí no es “malo”, como a veces se cree. Lo que sí resulta perjudicial es el estrés prolongado o estrés crónico.
Como consecuencia del estrés laboral crónico estamos observando –cada vez con más frecuencia– que en las organizaciones está apareciendo una nueva enfermedad que se ha denominado “Síndrome del Agotamiento Profesional” o “Síndrome del Quemado” - Burn Out.
El Burn Out presenta alteraciones en los factores biológicos y físicos, tales como agotamiento mental y físico. También en los factores emocional y psicológico, como depresión y ansiedad e, igualmente, en los factores conductuales, como adicciones y problemas en las relaciones interpersonales.
Por ejemplo, la necesidad de adaptarse continuamente a las reglas cambiantes del mercado laboral y la competitividad, pueden generar un gran desgaste en algunos individuos. Ante una situación emocionalmente demandante, se produce un estado de agotamiento físico, emocional y mental. Igualmente, la percepción de que la tarea realizada dentro del ámbito laboral es intrascendente, puede causar resistencia a ir a trabajar, sentimiento de culpa y pérdida de autoestima e indiferencia.
Actualmente, entre los empleados es creciente el cansancio excesivo, la falta de energía y los trastornos de sueño. También hay manifestaciones de dolores de cabeza, problemas gastrointestinales e impotencia, incapacidad para realizar tareas con precisión y dificultades para aprender y concentrarse, pérdida de memoria, pesimismo y aislamiento.
En el área emocional, las características propias del Burn Out son la irritabilidad, la depresión, la ansiedad, la desesperanza y la sensación de vacío. También se pueden presentar ataques de pánico e, incluso, desarrollarse un trastorno de ansiedad generalizada que consiste en el padecimiento de una preocupación y tensión crónicas aun cuando nada parezca provocarlas.
En algunos casos, dentro de las manifestaciones conductuales se pueden mencionar –como método de distensión– una tendencia a refugiarse en adicciones (alcohol, cigarrillo, juego, etc.), conductas agresivas hacia los demás, al igual que una actitud defensiva y/o cínica. Específicamente en el trabajo se puede presentar ausentismo, falta de rendimiento y robos. La comunicación en las relaciones interpersonales se puede ir tornando pobre.
Es evidente que algunas profesiones y actividades profesionales tienden a generar un alto grado de estrés. Los empleados cuya labor requiere estar en peligro constante, y/o que sus vidas corran riesgos, están más expuestos a manifestar un Burn Out. Así mismo, los individuos que ejecutan trabajos de precisión, o las personas que deben permanecer confinadas o que tienen una responsabilidad muy alta, o cuya labor se caracteriza por atender público y/o profesiones que –como parte de su trabajo– requieren empatía tienen mayor probabilidad de desgastarse o “quemarse”.
Algunos expertos sugieren que el Burn Out es una enfermedad de la sociedad moderna. El trabajo pierde su sentido y no genera bienestar, sino por el contrario, es fuente de desilusión. El trabajo es rutinario, o mal remunerado, o desbordante: la vida se vuelve solamente trabajo. No hay tiempo para cuidarse. La competitividad es vertiginosa. Para algunos las responsabilidades de su cargo exceden sus capacidades, o trabajan en condiciones inadecuadas. Ante esta situación, las organizaciones perciben ineficiencia, improductividad, ausentismo, alta rotación y baja identificación con la empresa.
El ser humano es una unidad integrada, cuyo grado de satisfacción depende de un equilibrio adecuado de éste en los diferentes ámbitos en los cuales se desempeña. Son empleados, pero –ante todo– son seres humanos (padres, hermanos, hijos, amigos, etc.)
Las organizaciones deben gestionar de manera urgente la humanización de las relaciones laborales, gratificar al personal y trabajar para mantener un clima organizacional favorable. Hay que anticiparse a las problemáticas mencionadas, proporcionando técnicas de recursos humanos, mediando en la capacidad que tiene cada uno de sus empleados para cumplir la labor que desempeña y capacitarlo para que tenga la posibilidad de desarrollar habilidades de afrontamiento en las situaciones críticas que se le presenten. La educación en técnicas de autocuidado en donde las personas aprendan a manejar su estrés y a cuidar su calidad de vida, podría ser la pieza que –en el rompecabezas del cuidado– le faltaba al eslabón de mayor valor de la cadena del ciclo productivo: LAS PERSONAS.
Por lo tanto, siempre ha de tenerse presente, que la vacuna contra el agotamiento laboral es el compromiso del individuo con su trabajo. Para esto, el empleador debe crear ciertas condiciones en las que el empleado se sienta motivado porque en su cargo puede aplicar sus habilidades y talentos y porque existe la posibilidad de completar una tarea que tiene un impacto significativo en los demás…
Virginia Rojas Albrieux
MÉTODO OTHMER DE NEUROFEEDBACK Dirigido por la Dra. Virginia Rojas Albrieux, Psicóloga, especialista en Neurofeedback. Tratamientos No Invasivos para ansiedad, depresión, rendimiento óptimo, déficit de atención, rendimiento escolar,hiperactividad, insomnio, espectro del autismo, estrés, migraña, trauma craneoencefálico, fibromialgia, epilepsia, estrés postraumático y otros.
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